domingo, 31 de mayo de 2015

Ricitos de Oro

Erase una vez un chico llamado Ricitos de Oro. Él se llamaba así por su pelo, tan rubio que parecía oro. Un día decidió dar un paseo por el bosque a la hora de comer. Iba caminando entre los árboles hasta que se encontró una casita, corrió hacia ella y tocó la puerta. Nadie abría así que decidió irse, pero cuando se movió notó que la puerta se abrió.
Entró a la casa y vio en el centro una mesa con tres platos de sopa caliente. Se asustó al pesar en la posibilidad de que haya gente  en la casa, pero cuando llamó por alguien, nadie respondió.
Caminó sin miedo hacia la mesa y sin miedo se comió la sopa. Al acabar sentía que el sueño podía con él, así que buscó una cama. Cuando la  encontró, se echó a dormir.
 Se despertó por unas voces que se escuchaban cerca de él. Cuando abrió los ojos se encontró a tres ositos que se podía notar que estaban muy enfadados.
  Los ositos lo echaron de la casa y él pidió perdón arrepentido. Decidió no volver ahí, pero aún así se lo contó todo a su madre.

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